lunes, 21 de febrero de 2011

El Vaticano busca hacer las paces con el "Big Bang".


Si el Big Bang fue el principio de todas las cosas ¿qué vino entonces antes?

Esta es una de las preguntas que se plantean en una nueva página web abierta conjuntamente por el Vaticano y la comunidad científica italiana.

Dejando a un lado siglos de desconfianza entre la religión y la ciencia, la intención de la página es ofrecer al público un mayor entendimiento de ambos lados.

La página, que estará disponible en italiano y en inglés, contará con información de todo tipo, desde astronomía hasta teología, misiones espaciales o cuestiones de filosofía y arte.

Tendrá tres portales, uno para la audiencia general, otro para los estudiantes y sus profesores y otros para niños en edad escolar.

En cada portal existirá una gran variedad de plataformas multimedia, incluido una que seguirá todos los datos recogidos por satélites y sondas sin tripulación.

La iniciativa está siendo organizada de forma conjunta por el Vaticano y la Agencia Espacial Italiana (ASI en sus siglas en italiano).

¿Todas las respuestas?

Monseñor Gianfranco Basti, decano del departamento de filosofía de la Universidad Pontificia Lateranense, es uno de los voceros de la iniciativa.

"Desde el punto de vista de la iglesia, se trata de mostrar a las personas religiosas que los científicos no son los enemigos y hacer ver a los científicos que los creyentes tampoco son los enemigos. El objetivo por ambas partes es reconciliarse por el bien de la humanidad".

Para Piero Benvenuti, de la ASI, se trata más del entendimiento de la realidad. "La ciencia puede ayudar, pero tenemos que aceptar que no tiene todas las respuestas", afirma.

Mientras que el Vaticano se preocupará de la sección teológica de la página web, ASI se encargará del contenido científico, incluyendo lo último sobre las misiones espaciales de Europa y Estados Unidos.

Antiguos vínculos.

Los vínculos de la iglesia Católica con la astronomía datan del siglo XVI, cuando el Papa Gregorio XIII puso en marcha un comité para estudiar los datos científicos relevantes.

Desde entonces, el Vaticano ha mantenido su interés en la investigación astronómica con algún grado de continuidad.

Su primer observatorio se construyó en Italia al final del siglo XVIII.

En 1993 se completó el telescopio de Tecnología Avanzada del Vaticano en el Observatorio Internacional del Monte Graham de Arizona, y es considerado por muchos como el mejor lugar astronómico en la zona continental de Estados Unidos.

Quemado en la hoguera.

Pero hubo un tiempo en que la Iglesia fue muy hóstil a aquellos que desafíaban las enseñanzas ortodoxas.

En el centro de Roma todavía se puede ver una estatua de Giordano Bruno, un fraile dominicano que fue quemado en la hogera en 1600 por sugerir que el universo era infinito.

Galileo, el matemático y astrónomo del siglo XVII, también se sumergió en terrenos resbaladizos con la iglesia cuando afirmó que la Tierra giraba en torno al sol.

La Iglesia Católica ha recorrido desde entonces un largo camino y no persigue a aquellos que tratan de explicar el universo en términos científicos.

Donde existen explicaciones científicas, la iglesia afirma que deben ser aceptadas. Donde no las hay, la fe puede jugar un papel.

La Iglesia afirma que son realidades paralelas, no opuestas.

"Puedo creer en Dios y al mismo tiempo aceptar las teorías de Einstein que afirman que el tiempo no ha existido siempre", dice Monseñor Basti.

Probar científicamente el amor.

El profesor Benvenuti está de acuerdo con esta doble verdad. "No puedo, como científico, demostrar que el amor existe, pero sé que está ahí", afirma.

De la misma forma el astrónomo principal del Vaticano afirmó recientemente que seres inteligentes creados por Dios podrían existir en otros planetas y que la vida alienígena no contradice a la doctrina de la iglesia.

Esta es la razón por la que el Vaticano apoya la nueva página web, que presenta una extraña mezcla de datos puros y duros con interpretaciones filosóficas.

Se trata de unir las diferencias que separan a los hechos y la fe, qué se puede explicar científicamente y qué no.

La fuerza de las creencias cristianas y el rigor del esfuerzo científico lo convierte en una herramienta única, llevando el mensaje de que, cuando se trata de nuestros orígenes, las pruebas y las creencias pueden coexistir pacíficamente.

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